Elseworlds Supergirl nº 08

Titulo: Freaks (V)
Autor: David Guirado
Portada: Juan Andres Campos
Publicado en: Enero 2012

Linda ha tenido que enfrentarse a su nuevo y desconocido origen, a sus nuevos y desconocidos poderes... ¿Podrá manejar la vorágine de pensamientos y sentimientos que ahora se acumulan en su cabeza y su corazón?
Ella es la última superviviente de una grandiosa civilización. Enviada a la Tierra para escapar de un holocausto que destruiría su hogar, la joven Kara Zor-El fue encontrada por los Kent y acogida como su propia hija. Enfrentada al secreto de su origen, su vida está ahora en una encrucijada que decidirá su destino. ¡Es el incicio de la leyenda!
Lana Lang se encontraba besando a Linda Kent con todas sus fuerzas. Era algo que hacía mucho tiempo que deseaba, pero que hasta entonces no se había atrevido a hacer.
Sin embargo, cuando en aquellos momentos se encontraba cumpliendo uno de sus mayores deseos: besar los labios de su mejor amiga, que se había convertido en algo más como por arte de magia.
Linda Kent estaba confundida. No hubiese imaginado nunca que su primer beso se lo daría a Lana, la chica con la que había compartido desde niña confidencias, momentos emotivos y, sobretodo, amistad. Jamás se le había pasado por la cabeza que Lana sintiese por ella algo más que los fuertes lazos de amistad que habían forjado. Mientras que su mente la decía que eso no estaba bien, algo en su interior la hacía corresponder aquel beso que le había brindado.
Allí se encontraban las dos amigas, fundidas en un apasionado beso. Una vez hubo llegado a su fin, se miraron fijamente a los ojos.
- Linda, yo… esto era algo que deseaba hacer desde hacía mucho tiempo- se explicó Lana- Cuando dijiste a Braverman que eras lesbiana, aunque fuera en broma, se me abrió un puerta.
- Lana, no sé muy bien lo que ha pasado. No tenía ni idea de que sintieses algo así por mí- confesó Linda.
- ¿Y qué opinas? He notado que me has devuelto el beso, así que quizás tengo alguna oportunidad con la tía más buenorra de Smallville- dijo Lana en tono irónico.
- Tengo mucho en que pensar. No me esperaba esto y no te voy a negar que me ha gustado- contestó Linda.
- Pues estoy más que dispuesta a repetirlo- se insinuó Lana pícaramente.
- Laaaanaaaaa- replicó la kryptoniana.
- Tenía que intentarlo- dijo Lana encogiéndose de hombros.
- Mira, Lana, hablemos en serio. Me ha pillado de sorpresa tu beso y no te puedo negar que me ha gustado. O eso creo. Ahora no estoy segura de nada. Toda la vida me he sentido atraída por los chicos. Así que esto me ha dejado muy confusa- comentó Linda.
- Te entiendo, perri. A fin de cuentas, te conozco como la palma de mi mano. Comprendo que ahora necesitas tiempo para asimilar lo que ha pasado- vaticinó Lana- Ahora es mejor que me marche y, como dijeron en cierta peli, mañana será otro día.
Lana Lang se marchó y Linda volvió a su habitación. Realmente, la esperaba una noche muy larga. No solamente había tenido que asumir en esta vida que era una chica proveniente de otro planeta, sino que ahora tenía que lidiar con dudas acerca de sus sentimientos con respecto a su mejor amiga y justo ahora, cuando tenía otras cosas rondándole por su cabeza: los efectos de la Kryptonita en los sujetos que tenían contacto con ella y las habilidades que les proporcionaba como la permanencia de las mismas.
A la mañana siguiente, Linda madrugó con la intención de poder aclarar sus ideas. Aunque decir verdad, había pasado la noche en vela, dándole vueltas al beso que había compartido con Lana y lo que eso supondría para ellas. Tras pasar toda la noche pensando en eso, seguía estando perdida.
Al bajar a desayunar, se encontró con que sus padres la esperaban en el comedor, ambos muy serios. Linda se temía que la iban a echar la bronca por algo, aunque para su sorpresa no la dijeron nada fuera de lo común y el desayuno transcurrió con normalidad.
- Cariño, recuerda que hoy no estaremos en casa. Tenemos que ir a Kansas a hacer unas compras- comentó Martha Kent.
- Ok. No os preocupéis, ya cogeré yo algo de comer- contestó.
Una vez se hubo marchado su hija a clase, Jonathan y Martha se sinceraron.
- Jonathan, sé que acordamos no decirle nada, pero no quiero que se convierta en un hábito. Ya van dos ocasiones en las que las noticias locales se hacen eco de una misteriosa chica con poderes- dijo Martha a su marido.
- Lo sé. Y no me gusta saber que Linda va arriesgando su vida por ahí. Sin embargo, hemos de confiar en ella. Cuando quiera hablar del tema, nos lo dirá- contestó Jonathan.
Steve Blake contemplaba desde la calle de enfrente el Instituto de Smallville con los ojos llenos de ira.
Steve era un chico muy alto, flaco como una escoba y con los cabellos de color marrón oscuro. No se puede decir que hubiese pasado desapercibido en clase, ni mucho menos. Tenía 18 años y se encontraba hasta hace un par de meses en último curso. De no haber sido expulsado con carácter permanente, estaría a punto de graduarse. No obstante las cosas no habían salido como esperaba.
Tras sacar un 4 en un parcial de matemáticas, su profesor se había negado a aprobarle, así que Steve, como represalia, le quemó el coche. Fue pillado in fraganti, por lo que se ganó la expulsión inmediata del centro.
Sus padres le mandaron a un internado en Kansas, pero allí no era feliz. Pese a todo, Steve estaba contento con su vida de Smallville, con su familia y amigos. Así que tomó la determinación de fugarse y regresar a su casa.
En su viaje de regreso, por las afueras del pueblo, se había encontrado con una piedra verde que le llamó la atención poderosamente. Se la había guardado en un bolsillo del pantalón y no mucho después comprobó que esa piedra le había otorgado unas habilidades que le daban la posibilidad de vengarse de aquellos que le habían alejado de los suyos…
Linda Kent llegó a clase. Antes de entrar, oteó el aula en busca de Lana, pero su amiga no había llegado. En parte, Linda suspiró de alivio, ya que no se encontraba del todo preparada para hablar con ella.
Nada más entrar Linda, se acercó y se sentó al lado de Pete, tras saludar con la mano a Samantha Winters.
- Buenos días, Linda. ¡Madre del amor hermoso! ¡Qué pedazo de ojeras que traes!- exclamó Pete.
- Eso es que está enamorada y se ha pasado la noche pensando en alguna personita- comentó Samantha, que se acercó a la mesa.
Linda se puso colorada, ya que esos comentarios le cogieron desprevenida y no supo qué contestar.
- ¿Ah sí? ¿Es cierto que estás enamorada? ¡¡Qué calladito te lo tenias, perri!!- dijo Lana quien acababa de entrar a clase.
- Bueno, eso es lo que dicen ellos, no he afirmado ni he negado nada- replicó Linda.
Tras esto, comenzó la clase y todo el mundo se sentó en su pupitre.
Mientras pasaban las horas, Linda no cesaba de pensar en Lana y, para su sorpresa, en sus labios. Hasta el momento, siempre se había fijado en los chicos. Aunque a decir verdad, nunca había llegado a nada con ninguno.
Sin embargo, siempre había querido a Lana, quizás como a una amiga, quizás como a algo más. Eso no lo tenía claro. Era una posibilidad que no se le había pasado por la cabeza pero en el momento en que Lana la besó, un mundo de posibilidades se abrió ante ella.
Lana era una chica maravillosa. Tenía mucha energía y rebosaba personalidad. Si había necesitado un hombro para llorar, allí había estado; la había hecho reír, hasta en los momentos difíciles. Y, por Dios, esa chica era perfecta. Sus ojos eran brillantes y se podía perder en ellos. Su sonrisa era cautivadora y sus labios sabían a fresa.
Sin darse cuenta, se había quedado embelesada mirando a Lana, quien se había percatado de ello y se encontraba guiñándole un ojo, vuelta de espaldas.
Linda se volvió a poner colorada. Debía estar loca para pensar esas cosas de su amiga. Sus padres sin duda aceptarían su elección, ya que eran las personas más comprensivas del mundo, pero, ¿qué pasaría con los demás? Serían la comidilla del Instituto. No sólo de allí, puesto que Smallville, como su mismo nombre indicaba, era un pueblo muy pequeño, en el que los rumores viajarían más rápido que una bala.
Aunque, por otro lado, que se fueran al carajo todos los chismosos del pueblo; cada persona es libre de hacer lo que quiera con su vida y su sexualidad. Nadie debe entrometerse en las decisiones de cada persona.
La cabeza de Linda se encontraba llena de dudas y de contradicciones. Realmente no sabía qué hacer con la situación en la que estaba envuelta pero una cosa estaba clara: muy pronto tendría que tomar una decisión.
Desde que Steve Blake descubrió que el contacto con la piedra verde le había dado un poder muy peculiar, no se separaba de ella por nada del mundo. Hasta se había hecho un colgante que nunca se quitaba.
Gracias a la habilidad que poseía, se vengaría del Instituto que tantos disgustos le había ocasionado. Y que había sido expulsado, ahora él haría que todos se fuesen del centro.
Con un gesto, puso en práctica su poder y el edificio entero empezó a temblar.
El aula en la que se encontraba Linda, empezó a vibrar. Toda la clase sufrió los efectos del pequeño terremoto causado por Steve Blake: la pizarra se cayó al suelo, las mesas y las sillas temblaron e incluso los cristales de la clase se rompieron.
Los alumnos armaron un pequeño revuelo en clase, poniéndose muy nerviosos por lo sucedido.
- ¡¡ Todo el mundo calmado!! Se trata de un pequeño temblor de tierra- advirtió la profesora.
Linda notó un fugaz dolor de cabeza y pese a tener esa facultad controlada, su superoído se resintió del estruendo del terremoto. La jovencita de Krypton pudo ver el miedo en la cara de sus compañeros de clase. Hasta el bravucón de Braverman se mostraba inquieto por el temblor de tierra.
No sólo había sido en clase de Linda, sino que los temblores se habían notado por todo el Instituto. Multitud de alumnos corrían por los pasillos sin control, buscando la salida del centro.
La clase de Linda se estaba organizando para abandonar el aula, haciendo una fila india. Lana agarró la mano de su amiga, quien la correspondió cogiéndola con su fuerza. No obstante, todas las salidas habían quedado bloqueadas por escombros, siendo imposible abandonar el recinto.
En esos momentos, Steve Blake se encontraba murmurando en la acera frente al Instituto.
- Esto sólo ha sido el calentamiento. Cuando recupere las fuerzas, derrumbaré el Instituto con mis poderes- musitó en voz baja.
Pese a que Blake murmuró esas palabras en un tono completamente inaudible, Linda pudo escucharlo con total exactitud, debido a que tenía el superoído a flor de piel, debido a los estruendos del terremoto.
Linda soltó la mano de Lana, quién la miró extrañada cuando está empezó a correr. Samantha Winterns notó que algo sucedía por lo que la siguió.
- ¡Linda espera!- vociferó Samantha antes de que su amiga desapareciera- ¿Qué es lo que sucede?
- Hay un afectado por la piedra verde ahí fuera. Está provocando los temblores que han afectado al Instituto- contestó Linda.
- No digas más. Vamos a patearle el trasero- dijo Samantha.
- No, tú quédate aquí, Ya me ocupó de esto- le respondió.
- Tía, no me pienso quedar aquí quieta mientras tú te llevas toda la diversión- insistió Samantha.
- Tus poderes de fuego son aún muy inestables. Yo he ido adquiriendo mis habilidades poco a poco y he practicado en secreto. No es que no confié en ti, eres mi amiga y lo hago, pero no quiero que sufras ningún daño- argumentó Linda.
A regañadientes, Samantha aceptó volver con el resto de sus compañeros.
- ¿Dónde ha ido Linda?- le preguntó una temblorosa Lana, una vez hubo vuelto al grupo.
- Se ha puesto nerviosa y ha salido corriendo. No he podido alcanzarla- mintió Samantha.
Linda salió disparada hacia el vestuario femenino. A supervelocidad, cogió el traje de una animadora y se lo puso en un abrir y cerrar de ojos. Acto seguido se colocó una peluca morada, que formaba parte de un disfraz de un evento de las animadoras, porque no quería arriesgarse a que alguien del Instituto la reconociese.
En un abrir y cerrar de ojos, salió volando por una ventana del segundo piso y se plantó ante Steve Blake, quien se preparaba para un nuevo terremoto.
- ¿Una animadora con una peluca morada? ¿Volando? ¿Quién coño eres, zorra?- dijo un sorprendido Steve al verla aparecer.
Linda inmediatamente reconoció a Steve como un chico que estaba varios cursos por encima del suyo. Al menos, hasta antes de ser expulsado.
- ¿Qué es lo qué estás haciendo?- preguntó Linda.
- ¿A ti qué te parece? Pienso echar este sitio abajo. Y no me vas a poder detener- dijo Steve.
Linda se puso delante de Blake, con la intención de apartarle del Instituto pero al aproximarse a él, notó que las fuerzas la abandonaban, con una intensidad a la que lamentablemente estaba familiarizada: se trataba de Kryptonita.
- ¿Qué te pasa, putita? Parece que tienes mala cara- se burló Blake al ver que a Linda las fuerzas la abandonaban.
Steve provocó un pequeño temblor alrededor de Linda, haciendo que la chica perdiera el equilibrio y acabase en el suelo.
- Parece ser que ibas de heroína, pero no me has durado nada- alardeó Steve- ¡¡Qué decepción!! Parece que has venido a detenerme estando enferma. Debería matarte aquí mismo por intentar entrometerte en mi venganza.
- No lo hagas. Hay muchas personas ahí dentro. Las matarás- dijo Linda.
En esos momentos, Steve empezaba a acumular fuerzas para provocar un nuevo temblor.
- Silencio, puta barata. He malgastado parte de mis energías contigo y ahora toca recargarme- contestó Steve.
Linda se encontraba muy mal. La piedra verde del colgante de Blake la estaba haciendo añicos por dentro. Notaba como si estuviese envenenándose por momentos y se encontraba en una situación realmente crítica.
Mientras se encontraba tirada en el suelo, sintiéndose cada vez más débil, no dejaba de pensar en Lana. Siempre la había querido como a una amiga y ahora notaba que le importaba muchísimo. No podía quedarse allí tumbada en tierra, muriendo, sin decirle que la quería. El cariño que sentía por ella había evolucionado en algo más, sin darse cuenta; tanto había ido significando Lana que, sin darse cuenta, traspasó la barrera de la amistad. Ahora, tras haberse besado, se había percatado que podían ser algo más que amigas y pensaba decírselo cuando saliese de esta.
Un escalofrío recorrió a Linda cuando se dio cuenta de que Lana estaba dentro del Instituto y si Blake lo echaba abajo, moriría aplastada. Pero no sólo ello, sino también Pete, Samantha y todos los demás. Y eso no lo iba a consentir.
Pensando en la cara de Lana, logró hacer un esfuerzo sobrehumano para incorporarse y agarrar disimuladamente uno de los escombros que se encontraban en el suelo, fruto de los temblores de tierra.
Cuando Steve empezaba a provocar otro seísmo, Linda Kent llamó su atención.
- Eh, carapedo. Mira hacia aquí. Todavía sigo en pie- dijo Linda.
Steve Blake se dispuso a usar de nuevo sus poderes, en esta ocasión directamente en Linda, pero no le dio ocasión; le lanzó el escombro a la cabeza, con la fuerza necesaria para provocarle la inconsciencia, cayendo al suelo sin sentido.
En esos instantes, Linda se dio cuenta de que un grupo de alumnos estaba pegado a las ventanas, entre ellos Pete y Lana, contemplando con la boca abierta, a la chica vestida de animadora que les había salvado la vida.
Linda se alejó rápidamente de Steve, acercándose a la puerta del Instituto. De un puñetazo, logró hacer añicos los escombros. De esta forma, la puerta pudo ser desbloqueada.
Mientras los alumnos empezaban a salir del Instituto, apareció la policía. Los agentes habían sido alertados por las llamadas de varios alumnos que contemplaban la escena desde la ventana.
- Quiten el colgante al chico- musitó Linda a los agentes, rezando para que los poderes de Steve desapareciesen al apartarle de la piedra verde.
Linda desapareció volando rápidamente, dejando a los agentes de policía alucinados al ver a una chica entre las nubes.
- ¡¡Qué me zurzan!! Lo que decían era cierto. ¡¡Existe la chica con poderes!!- exclamó un agente.
Los alumnos del Instituto de Smallville tampoco daban crédito Todos se encontraban asombrados al ver a una chica vestida de animadora volando. Si eso era cierto, ¿qué más sorpresas podía deparar la vida? Al parecer, una era llena de maravillas había comenzado.
Linda, quién había vuelto rápidamente al vestuario, se quitó toda aquella ropa y se mezcló a toda prisa con el resto de alumnos de su clase y pudo comprobar, con alivio, que los agentes de policía la habían hecho caso y quitado el colgante a Steve Blake y se lo llevaban detenido. El chico ya había recuperado la consciencia pero, por más que lo intentara, era incapaz de provocar nuevos temblores de tierra.
- Linda, ¿dónde te habías metido? Saliste corriendo como un conejito- le preguntó Pete.
- Lo siento, tropa. Me entró el pánico y me fui corriendo al servicio. ¿Qué me he perdido?- preguntó.
- Algo increíble. Una animadora con poderes llegó volando y, pese a que parecía que iba a pringar, ha detenido al capullo ese. ¡¡Era ni más ni menos que ese cabronazo de Steve Blake!!- contestó Lana.
- ¿Tú estás bien?- le preguntó Linda, mientras la cogía suavemente del brazo.
- Muy bien- contestó Lana mirándola picaronamente a los ojos.
- Me alegra que todo saliera bien- comentó Samantha.
- Bah, yo podría haberme encargado de ese panoli de Steve Blake- presumía falsamente Kenny Braverman a su coro de amigos.
- Tías- dijo Pete- Lo de esa pava con poderes es increíble. Es como si Smallville tuviese su propio superhéroe. Ya había escuchado que había detenido a un par de freaks pero verla en directo es demasiado. Parecía un miembro de la JSA: como Hourman, Flash o Green Lantern. ¡Qué pasada!
Linda se quedó de piedra al escuchar aquellos nombres y, en especial, el de Green Lantern. Era cierto, en la JSA había un miembro que se llamaba así. No entendía como no se le había ocurrido antes. ¿Tendría alguna relación con Abin Sur? Era algo que tenía que descubrir pero ahora no era el momento.
El resto del día, clausuraron las clases y, para alegría de los alumnos, el director anunció que se tomarán una semana de descanso para poder arreglar los desperfectos.
Afortunadamente, esa tarde los padres de Linda no estaban en casa. No podría ocultarles su intervención en el Instituto, al fin y al cabo, ya era vox populi que una chica con poderes andaba por Smallville. De este modo podría retrasar aunque fuesen unas horas la charla con sus padres.
Esa tarde, Lana fue a casa de Linda, a ver cómo se encontraba.
- Eh, perri ¿cómo estás?- le preguntó Lana- Me preocupaste al asustarte así y salir corriendo. No es propio de ti.
- No padezcas, corazón. Fue el shock de la situación. Ya estoy mejor, sólo fue el momento- contestó Linda, sabiéndole fatal tener que mentirla.
- Bueno, todos somos humanos- dijo Lana sin darse cuenta de la ironía de sus palabras.
- Y como humanos, todos cometemos errores- añadió Linda- Y mi error fue no haber hecho antes.
Linda agarró a Lana y con suavidad empezó a besarla suave y dulcemente en la boca.
- No, si al final tenía razón cuando dije que te gustó el beso- dijo Lana.
- Lana, tú me importas mucho. Siempre has estado ahí y has logrado hacerte un hueco en mi corazón. Te quiero. Hemos sido amigas mucho tiempo, prácticamente durante toda la vida y ya es hora de explorar si podemos ser algo más- dijo sinceramente.
- Linda, me acabas de hacer la chica más feliz del mundo. Durante mucho tiempo he soñado este momento. Yo también te quiero, pero, bueno, vamos a hacer las cosas con cabeza y formalmente. Linda Kent, ¿quieres ser mi novia?- preguntó Lana con una sonrisa maliciosa.
- Claro que quiero, capulla. Pareces una actriz de telenovela- contestó Linda.
Ambas se rieron pero de la risa pasaron a abrazarse y eso las llevó a besarse de nuevo apasionadamente.
Abin Sur se acercaba a la Tierra, montado en su nave espacial. Pese a haberse encontrado alejado de Linda, no había dejado de observar los progresos de la kryptoniana.
Pronto, llegaría el momento en que ambos se volviesen a encontrar y tendría que contarle a Linda los verdaderos motivos por los que había entrado en su vida.

Continuará...

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