Los Titanes nº 2

Título: Alegrias y desilusiones
Autor: Raúl Peribañez
Portada: Frank Cho (fotomanipulación de Roberto Cruz)
Publicado en: Octubre 2005

Nightwing ha sido acusado de terrorista por los incidentes ocurridos en Los Ángeles. ¿Como reaccionara el resto del grupo? Con sus lazos puestos a prueba despues de la desaparición de Donna ¿será éste el fin definitivo de los Titanes?
Para convertirse en mejores héroes, estos adolescentes se han unido para aprender, entrenar y  madurar. Son algo más que sólo ayudantes. Son la proxima generación de los mayores héroes del mundo. Son


Como decía Aristóteles, la amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas.

Con el paso de los años, uno olvida cómo conoció a esa persona que hoy llama amigo. Simplemente da por hecho que le tendrá ahí en los momentos duros, que le ayudará cuando le haga falta. Por que todos necesitamos a alguien que nos ayude, que nos permita seguir hacia delante. Pero el tiempo cambia a las personas, y por circunstancias de la vida, esa amistad se puede romper como un viejo trapo.

Para un grupo de amigos, para una familia, éste será un día de amor, de desconfianza, de pasión, de miedo... Un día de alegrías y desilusiones.

En la ciudad de Los Angeles muchos lloraban sin saber sin tan siquiera sus nombres. Joe, Vanesa, John, Sarah, Frank, Mike... ¿Qué importaba realmente? Entre cascotes y rocas, tras la que parecía una eterna humareda, allí estaban ellos. Privados de su vida, del recuerdo del pasado y de las esperanzas del futuro. Ignorantes del porqué, todos ellos murieron. En el ambiente se podía palpar una sensación de tristeza, de amargura, de dolor. Muchos corrían de un lado a otro tratando de ayudar, otros tantos se quedaban quietos, como si sus vidas se hubiesen ido también. Entre llantos también los había que comenzaban a buscar culpables y sus inquisidores dedos apuntaban a tres hombres y una mujer. Esos nombres sí los conocían. Y si no, los conocerían. Por venganza. Por desprecio. Por no olvidar lo sucedido. Como fuera, pero los recordarían.

El ángel Zauriel levantaba con su fuerza sobrehumana el avión de Waynetech que se había cobrado la vida de todos esos inocentes. Major Disaster intentaba alejar del fuego a las personas heridas o ya muertas. El poder telequinético de Faith también contribuía a ambas causas. La velocista conocida como Jesse Quick se movía a tal velocidad que para los ojos de sus espectadores era poco más que un haz de luz, pero que buscaba llevar a los heridos al hospital más cercano. Cerca de allí, Nightwing se limitaba a ver la terrible situación que se había provocado por una mala decisión suya. Él, junto a estos hombres y mujeres, se había metido en una misión que tal vez nunca debió aceptar. Pero Batman, su padre y mentor, confió en él, sabía que lo haría bien. (1) Mientras respiraba el olor a carne muerta que se desprendía de los fallecidos, Nightwing comenzó a llorar. Eran demasiadas las lágrimas que había vertido en estas últimas semanas. Al cabo de un rato vomitó.

Pocas horas después, al caos y a la destrucción vino la vengativa promesa de un presidente, Lex Luthor, de llevar a la justicia a los hombres que habían causado la muerte de todas esas personas. Ésta fue, pues, la primera aventura de los llamados Outsiders. Una misión que nunca esperaron que pudiera a acabar así. Angustiado por lo sucedido, Dick Grayson, Nightwing, se sentó en la esquina de un oscuro callejón y siguió lamentándose. Lo único que impedía que cayera dormido era el incesante sonido de las sirenas de la policía y la ambulancia. De repente, sin más, apareció Jesse Quick.

- La he vuelto a fastidiar, ¿eh, Jesse? –dijo Nightwing.
- Escúchame, tenemos que salir de aquí cuanto antes. Si son listos cercarán la ciudad con sus soldados para que no podamos salir. Y si nosotros lo somos, deberíamos salir cuanto antes. Zauriel puede llevarte volando.
- Tal vez lo más correcto sería que me arrestaran. Yo soy el culpable de todo esto...
- Mierda, Dick, no voy a dejarte aquí, ¿me oyes? Vamos –dijo Jesse Quick mientras le ayudaba a levantarse.
- Primero Donna, ahora... –pero mientras él hablaba, Zauriel cayó del cielo.
- Cógelo y llévalo a Gotham, ¿me has oído?
- ¿Y tú qué harás? –preguntó el ángel.
- Soy una velocista. No te preocupes por mí -Jesse Quick pronunció la fórmula mágica que le proporcionaba su poder sobre la velocidad y desapareció en un nanosegundo.
- Nunca he sido muy religioso, Zauriel –dijo Nightwing-. Pero tú eres un ángel... Una prueba de que todo aquello que nos contaban de pequeños era cierto, ¿no?
- No se trata de creer en aquello que ves, compañero, sino en aquello que tú sientes. Pero estos no son los mejores momentos para discutir sobre teología y creencia.
- Pero tú eres un ángel. ¿Merezco ser castigado? ¿Arderé en el infierno?
- Nightwing...
- Maldición, joder....
- Comprendo que estés afectado, pero...
- Allí había hombres mayores, pero también niños, y mujeres y recién nacidos...
- Tienes que calmarte...
- ¿Calmarme? ¿Pero es que no lo ves? Por amor de Dios, he matado a todas esas personas... No tú u otro, he sido yo...Yo debería de haber muerto en ese avión y no todos ellos... ¿Cómo puede la gente confiar en mí cuando ni yo mismo lo hago? ¿Por qué la gente confía en mí, maldición? Mis padres, Jason, Donna Troy, Lilith... ¿Por qué todos mueren a mi alrededor?


Para la ciudad de New York comenzaba un nuevo y resplandeciente día. El acogedor silencio de la noche se rompía sin más cuando, paulatinamente, cientos y cientos de ciudadanos salían de sus casas en dirección hacia su trabajo. Como ya era habitual, el nerviosismo o la impaciencia se podía sentir en todos ellos. Y es que, no en vano, ésta era una de las ciudades más frenéticas del mundo.

Casi con puntualidad británica, los encargados transportaban en sus furgonetas los ejemplares de los periódicos, impresos poco antes. Hoy todos se hacían eco de la noticia del día, la del avión de la empresa Waynetech -propiedad de Bruce Wayne- que pilotado por varios metahumanos cayó en la ciudad de Los Angeles y mató a varias decenas de personas.

En otro rincón de los periódicos se hablaba del más que posible regreso de los Titanes. Y es que, a pesar de haber intentado llevarlo en cierto secreto, algunos periodistas tomaron fotos en exclusiva donde se podía apreciar a varios de ellos en la Isla, lugar situado en el Río Este de la ciudad donde tenían su cuartel general. Sin demora, los media comenzaron a tratar la posibilidad de que éstos volvieran al redil pocas semanas después de que hicieran oficial su disolución. El motivo de su disolución no fue otro que la muerte de dos de sus miembros, Donna Troy y Lilith.

Angustiados y desorientados, todos dieron por bueno tomar su propio camino, pero fueron los héroes de la Liga de la Justicia quienes les motivaron a recomponer el grupo. Como si fuera una balanza, la ciudad tenía por un lado a sus campeones, a gente como Green Lantern o los Titanes, pero por otro tenía también a decenas de metahumanos dispuestos a abusar de sus habilidades para delinquir. Durante la ausencia de los Titanes esa balanza cayó irremediablemente hacia un lado. La ciudad, lo quisiera o no, requería de sus protectores, y en la Liga lo sabían. Aquaman habló con Tempest, Green Lantern con Arsenal... Pero sin que los jóvenes héroes lo supieran, los planes de la Liga iban más allá de promover unos nuevos Titanes, pues su intención era la de introducir en sus filas a los miembros del también desaparecido Young Justice. Pero éste era un paso que aún no se había dado por parte del equipo de Superman. Sabía que podía no ser bien recibido.

La Isla de los Titanes era ahora un paraíso corrompido. El agua del Río Este chocaba con parsimonia en las rocas de la isla y dejaba un palpable sabor a sal. Pero como si las llamas del infierno la hubiesen acosado, los árboles y rica vegetación de antaño eran ahora cuerpos ennegrecidos y deteriorados. La lucha contra diversos supervillanos provocaron estas heridas en la isla, en el mismísimo corazón del grupo. Era el momento de sanarlo. El viejo castillo de naipes volvería a alzarse, esa Torre que parecía vigilar la ciudad incesivamente y que servía a los Titanes como lugar de reunión y como hogar. En este día, un brillante cuerpo de color verde puso sus pies en esta tierra. Pronto, instantes después, un hombre vestido de rojo y azul apareció de la nada. Ellos eran Kyle Rayner, Green Lantern, y Jay Garrick, Flash.

- Me alegro de verte, Kyle. Hacía mucho que no nos veíamos.
- Oh, creo que nos vimos la semana pasada, ¿no? ¿No fue cuando aquella hormiga durlaniana intentó destruir el planeta? Aún me pregunto cómo demonios tardamos tanto en acabar con ella...
- Vaya, tienes razón, hijo. Perdona, pero es el problema de que el tiempo pase tan lentamente respecto a mi velocidad... ¡Los días se hacen eternos!
- Tranquilo, Jay, ya estoy acostumbrado gracias a Wally. (2) Él y su dichosa velocidad. ¿Así que a ti también te ha llamado?
- ¿Cyborg, dices? Sí. Le comenté de que podía venir toda la Sociedad de la Justicia si hacía falta, que para eso están los compañeros de trabajo. Si entre los superhéroes no nos apoyamos a ver quién lo va a hacer. Me respondió que no hacía falta, que con mi velocidad bastaba.
- Y mi anillo de poder vale por cien obreros. Solucionaremos esto en un periquete, ya verás.
- Me alegro enormemente de que hayan decidido retomar el grupo de los Titanes, no puedo imaginarme qué sería sin ellos.
A sus espaldas un imponente figura comenzó a acercarse.
- Ciertamente, yo tampoco. Los Titanes han sido parte de mi vida durante los últimos años. Haré todo lo que esté en mis manos para que sigan en pie.
- ¡Cyborg! –exclamó Jay Garrick.
- ¿Así que ya estamos todos, eh? –preguntó Green Lantern.
- Somos tres y nos bastamos, amigos. Con tu poder sobre la velocidad, tu anillo de poder y con mi fuerza sacaremos de aquí el viejo cuartel general.
- ¿Y a partir de ahí? –dijo de nuevo Green Lantern- Y no es que me importe construir uno nuevo... tenemos muchas horas por delante... pero tengo que entregar un par de dibujos y...
- Tranquilo, Kyle, la construcción de la Torre será en breve, no hoy, pero sí dentro de pocos días. De momento todo está aquí –con sus dedos se tocó la cabeza-, las ideas sobre la nueva Torre.
- Entonces dejemos de hablar y pongámonos a trabajar –sugirió Jay.

Como para el resto de la ciudad, comenzaba un nuevo día para Rose Wilson, que vivía en un espacioso apartamento en el centro de Manhatann. Era llamativo que una chica de apenas dieciséis años vivieran en este lugar, pero es que Rose no era precisamente una chica normal. Ella era la hija de Sweet Lili y Slade Wilson -el mercenario conocido como Deathstroke y enemigo de los Titanes- y aunque su relación con su padre no era la mejor posible, desde hacía un tiempo éste venía ingresándole bastas sumas de dinero en su cuenta bancaria.

Sonó su despertador y salió de la cama en dirección a la habitación contigua, donde se encontraba la pequeña Lian Harper. Tras dar varios golpes, abrió la puerta.

- Lian, venga, es hora de ir a clase, pequeña.

Lian era la hija de Roy Harper, el titán llamado Arsenal. La relación de Rose con ellos y el resto de titanes venía de muy lejos, pero sobre todo de estos últimos meses. Cuando Arsenal descubrió la verdad acerca de Chanda Madan (3) decidió buscar a otra persona que cuidara de ella. Y la elegida, a pesar de que su padre era Deathstroke, fue Rose.

- No quiedo id a clase, Rose... –dijo Lian mientras se desperezaba.

Hace unas semanas el cuartel general de los Titanes fue destruido y Roy y Lian se quedaron sin un lugar donde vivir. Rose, amablemente, les ofreció quedarse a vivir en su apartamento hasta que encontraran otra cosa. Desde el principio Roy intuyó que Deathstroke debía estar detrás de toda esta pequeña fortuna que Rose poseía. Dinero ganado por un hombre que vendía su servicio al mejor postor y siempre con una finalidad: la de matar a otra persona. Y es que aunque la relación entre Rose y Deathstroke era nula, en el fondo eran padre e hija. Y eso es algo que nunca se olvidaba.

- Ya sabes lo que te digo todos los días –dijo Rose.
- Estoy enfedma...

Físicamente, Rose no era una chica muy llamativa, pero había algo en ella, en su faz, en sus ojos verdes, en su larga cabellera blanca, que la hacía especial y muy atractiva. Pero si por algo era realmente especial era por la fuerza sobrehumana que poseía. Por sus reflejos y agilidad. Por sus sentidos amplificados que le permitían intuir el ataque de un enemigo. Para bien o para mal, es lo que heredó de su padre.

- Niñita, tendrás que inventar otra mentira, ¡que ésa me la dices todas las mañanas!

En el salón una ventana se abrió. Arsenal entró a través de ella.

- ¡Rose! ¡Ya estoy aquí! –exclamó el titán.
- Estamos aquí, Roy –dijo ella-. Intentando que este bicho salga de su cama.
- ¿Ya estamos otra vez así, Lian? Sabes que tienes que ir al colegio –dijo Arsenal.
- Vale –dijo poco convencida la niña.
- ¿Y tú qué, has salido esta noche? –preguntó Rose en voz baja para que Lian no la escuchara.
- Sí. Esta ciudad se va a ir al traste si no hacemos nada. Todas las sanguijuelas han aprovechado nuestra ausencia para hacer de las suyas y la policía no puede hacer nada en casos de metahumanos.
- ¿Te han herido o algo? No deberías salir, aún no te has recuperado del brazo.
- Nada que no se cure en un par de días, no te preocupes. Y mejor no hablemos de esto delante de ella. No quiero que se preocupe por que su padre es un arquero que se dedica a cazar supervillanos.
- Lo dices como si ella no lo supiera.
- He dicho que no quiero que se preocupe, Rose, no que no lo sepa. Es distinto.
- Sería normal que se preocupara. Eres su padre.
- Y ella mi hija. Y no quiero que crezca bajo el miedo de que su padre pueda morir pegándose con Trident o algún estúpido estrafalario de ahí fuera. Sólo le deseo una infancia normal.
- Roy, admitámoslo, creo ni tú ni yo sabemos qué es una infancia normal. Y yo aún tengo mucho camino por delante, pero en tu caso tu vida no ha sido precisamente normal, ¿no? Cheshire...
- Te has levantado peleona, ¿no? Mira, olvidemos el tema, ¿vale? –dijo Arsenal tajantemente- Lian, ven a que te lave la cara. ¿No querrás estar fea cuando vayas al colegio, verdad?


Koryand’r –o Kory, como solían llamarle- sobrevolaba la ciudad de New York. Esta mujer de piel dorada, largo cabello y ojos completamente verdes, comenzó a sonreír. Ella nació en un fenecido planeta, Tamaran, y era su princesa. Su mundo era bello y hermoso. Había dos soles que iluminaban sus tierras y que doraban la piel de sus habitantes. Sus plantas desprendían un olor aromático inolvidable. Pero por diversos acontecimientos, hoy Tamaran era polvo estelar. No existía. Estaba muerto. Y tras muchos más acontecimientos, Kory decidió volver a la Tierra, su segundo hogar.

Hace años, en la Tierra, conoció a otros jóvenes y formó los Nuevos Titanes. Se enamoró del hombre de su vida, Dick Grayson, pero el destino no quiso que siguieran juntos. Hace unas semanas, cuando ella decidió quedarse con su gente en un nuevo mundo, habló con él por una vídeo conferencia. Sólo fueron unos segundos, pero era tiempo suficiente para decirle todo lo que sentía por él. A pesar de las discusiones, de las peleas, de los errores de ambos, ella le amaba. Y él, aunque no pudiera decirlo por respeto hacia su novia Barbara, también. Desde que Kory volviera a la Tierra se había encontrado en un par de ocasiones con él, pero por la razón que fuera, ni mencionaron el tema. Como la gente de su mundo, ella era una mujer impulsiva y abierta, que no tenía temor en decir aquello que sentía. Curiosamente, a pesar de esa forma de ser, en esos encuentros con Dick sí se reservó sus sentimientos.

En esta mañana soleada Kory decidió seguir adelante con su vida. No sólo iba a reformar los Titanes junto Cyborg y Arsenal, sino que ansiaba la vida que disfrutó durante una época. De su buena amiga Donna aprendió mucho sobre las costumbres en la Tierra. Y fue ella quien la metió en el mundo de la moda, haciendo de Kory una estupenda modelo. Por nostalgia hacia Donna o por la razón que fuese, la joven quería recuperar aquel trabajo.

La joven dejó el cielo, pisó tierra y comenzó a caminar por las calles como una ciudadana más. De repente, nadie podía evitar mirarla. Las miradas de los transeúntes se desviaban hacia ella para sofoco de sus femeninas parejas. En este día tan acalorado vestía un suave traje azulado que marcaba las curvas de su figura. Y aunque adoraba sentir la luz y el calor del sol en su cuerpo, incluso Koriand’r necesitaba proteger sus ojos con unas gafas, algo que no hacia sino acrecentar el interés de todos esos hombres por ella. La joven entró por la puerta de un edificio y se dispuso a subir varios pisos por el ascensor. La esperaban.

- ¡Kory! ¡Cuánto tiempo! –dijo efusivamente alguien- Hacía mucho que no venías a vernos.
- Me alegro de verte -dijo Kory-. No sabía si seguiríais aquí después de tanto tiempo.
- Pues claro que sí, ¿dónde si no íbamos a ir? Pero pasa, pasa, tienes muchas cosas que contarme.
- Vaya, parece que habéis hecho cambios en el local, ¿no?
- El negocio fue a más, Kory, y pensamos que sería bueno hacer algunas reformas. Somos más conocidos que nunca, preciosa. La verdad es que todo va de maravilla.
- Me alegro mucho, de veras. Precisamente venía a hablarte de eso.
- ¿Sí? Dime, dime.
- Me encantaría volver al trabajo. Modelo publicitaria. Lo que hacía antes.
- ¡Pues claro, Kory! Ya sabes que aquí siempre tendrás un sitio. No tenías ni que preguntármelo. Como si estuvieses en casa.
- Me alegro, alguien.

Kory volvió a salir a la calle. Estaba contenta. Se dispuso a salir volando cuando escuchó un grito.

- ¿Pero qué...? –se preguntó a sí misma.

La titán comenzó a correr el callejón de donde creyó haber oído el grito. Allí encontró a dos hombres golpeando ferozmente a otra persona.

- ¡Parad! –mientras gritaba esto, sus manos comenzaron a brillar. Uno de los poderes de Kory era lanzar ráfagas de energía.
- ¡Mierda, es otro de esos mounstros! ¡Vámonos! –exclamó uno de ellos.
- ¡Larguémonos! –dijo ahora su compañero- ¡Viva la Hermandad del Hombre Libre!

Kory podía haberles detenido, pero pareció más preocupada por el estado de aquella persona. Al acercarse a ella se dio cuenta de que no era un humano como esperaba, sino un habitante del planeta Xudar. Lo reconoció por su piel anaranjada y su cresta en la cabeza, además de la boca en forma de pico.

- <¡Por X’hal! ¿Pero qué te ha pasado?> -Kory pensó que aquel xudarniano podía no entenderle si le hablaba en inglés y puede que tampoco con el idioma propio de Tamaran, así que comenzó a hablar el Interlac.> (4)
-
- <¡Tiene que verte un médico! ¡Estás sangrando!> - en el cuerpo del xudarniano se podía notar un profundo corte producido un cuchillo.
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- <¡No dejaré que mueras!>
- (5)
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- <¡No digas eso!>
- <¿Cómo... cómo te llamas, hermosa mujer?>
-
En la ciudad de Los Angeles el hospital Bob Haney se había convertido en una caldera a punto de explotar. La llegada durante la noche pasada de heridos graves puso en marcha a decenas de médicos que debían dar lo máximo si querían salvar sus vidas. No era la primera vez que se encontraban en una situación así, pero sabían que acostumbrarse a esto era imposible. Las vidas de todas esas personas pendían de un hilo demasiado fino.

Por los pasillos del hospital iba dando tumbos Garfield Logan, el titán conocido como Beast Boy o Changeling. Siempre fue una persona chistosa que veía la botella medio llena cuando otros la veían medio vacía. Pero eso no significaba que fuese una persona inmadura. Simplemente es que intentaba ver más allá de la tristeza y la pena y buscar el lado positivo de las cosas. Desgraciadamente, si hoy se encontraba en este lugar era por que esperaba incauto a que le dijeran lo que él quería escuchar: que su primo Matt seguía vivo. Por que de todas esas personas que habían muerto o que estaban heridas, Matt Logan era una de ellas.

Cuando Garfield escuchó las palabras de Lex Luthor -la acusación de que uno de los culpables era Nightwing- su primera reacción fue pensar que aquello no podía ser verdad. Pero, ¿y si lo era? ¿Y si Nightwing, su buen amigo Dick Grayson, había perdido la cabeza después de la muerte de Donna? ¿Y si...? Garfield era una persona decididamente positiva, sí, pero también pecaba de darle muchas vueltas a las cosas. Y odiaba la idea de verse enfrentado a un hombre al que llamó amigo. Dick, su buen amigo Dick.

- Gar, creo que lo mejor será que nos vayamos a casa. Aquí no hacemos nada.

Estas palabras venían de Bette Kane, una antigua titán que respondía al nombre de Flamebird. Desde hacía un tiempo ambos vivían en la ciudad de Los Angeles como dos buenos amigos. Aunque Gar vino aquí buscando el éxito como actor, lo cierto es que las cosas no le fueron especialmente bien. Pero eso no parecía importarte cuando tenía a su lado a Bette. La amistad que había surgido entre ambos era tal que muchos la confundirían con puro amor. Y quién sabe, tal vez incluso ellos pensaban en amor en ocasiones, pero era un pensamiento efímero, que venía y se iba. Pero ahora, en estos momentos, los pensamientos de Gar y Bette se centraban en Matt, el joven que yacía en una cama, inmóvil, con varios tubos a su alrededor y con su vida, desgraciadamente, pendiente de un hilo muy fino. Por que a pesar de sus poderes, a pesar de haber luchado contra amenazas inimaginables, ninguno de los dos podía curarle.

- Creo que voy a quedarme un poco más, Bette.
- Como tú quieras, pero recuerda que debes de descansar, ¿vale? Está siendo un día muy largo.
- Sé que es una tontería, pero me da la impresión de que si me quedo aquí podré ayudarle. Dios, me siento tan... impotente.
- Ven aquí –Bette apoyó sus manos en sus mejillas-. Escúchame, Gar, pase lo que pase, quiero que sepas que voy a estar aquí, ¿de acuerdo? Para lo bueno y para lo malo, ya lo sabes.
- Lo sé.
- Matt se pondrá bien. Ya lo verás. Y en poco lo volveremos a tener en casa dándonos la vara.
- Eso espero –Gar dejó entrever una pequeña mueca.
- Estaré en casa. Si necesitas algo, llámame.

Bett le besó en la mejilla. No era la primera vez que lo hacía, claro, pero Gar sintió ese beso como si fuese una luz en un oscuro túnel. A lo largo de su vida Gar se había sentido traicionado en muchas ocasiones por aquellos a quienes llamó amigos. Victor Stone, el titán Cyborg, fue su mejor amigo. Koryand’r, Starfire, o Donna Troy también eran dos buenas amigas. Con ellos rió en miles de ocasiones, pero también lloró, se desanimó e incluso, paradójicamente, sintió que estaba solo. Con Bette todo parecía ser tan distinto. Gar pasó su mano por la mejilla para notar el lápiz de labios de Bette. ¿Estaba enamorándose de su amiga... o simplemente era la necesidad de agarrarse a lo que fuera para superar la situación?

Pero su mente, de inmediato, volvió a centrarse en otro punto de inquietud.

- Maldición, Dick, ¿por qué tenías que hacerme esto? ¿Por qué tú?

- ... y el sábado iremos a Star City a visitar a tu tío Olie, (6) que luego se queja de que apenas te ve –le decía Roy a su hija Lian-. Además, Connor también se alegrará de verte. Y a Mia aún no la conoces. Bueno, cariño, ya estamos en el colegio.
- Sí –dijo en voz baja Lian.
- Uhh, oye, Lian. Últimamente te he notado muy distinta, muy parada. No sé si es que te pasa algo o si estás preocupada, pero sea lo que sea aquí me tienes, ¿eh? Ya sabes que puedes contarme cualquier cosa.
- Vale.
- Bueno... Venga, ve para dentro, que aún llegarás tarde. Adiós –pero la despedida de Roy no fue seguida de otra de Lian.

El arquero de los Titanes se quedó pensativo frente a la entrada al colegio. Hace pocos días había comenzado el año escolar y para Lian suponía dejar atrás la guardería y entrar en un nuevo mundo. El “colegio de mayores” que le decía Rose. Pero la que era una niña inquieta y contenta parecía estar malhumorada desde primera hora de la mañana. Su padre, Roy, estaba preocupado.

Roy sabía que en la Isla debía estar Green Lantern y Jay Garrick ayudando en las obras para el nuevo cuartel general. Estaba contento de ver que el regreso de los Titanes era cada vez más inmediato. Algunas personas como Tempest o Argent no querían seguir en el grupo por diferentes razones, pero él sí. Y Cyborg. Y Starfire. No importaba cuántos fueran, sino el simple hecho de que iban a ir adelante y que el legado de Donna Troy no iba a olvidarse. Roy había amado a esa mujer desde que tenía catorce años y aún después de su muerte, no la había olvidado en todos los días que habían pasado desde entonces. En su muñeca llevaba el reloj que Donna le había dado regalado tiempo atrás. Cada vez que Roy miraba aquel reloj se acordaba de ella. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos...

- ¿Señor Harper? –dijo una voz femenina.
- Sí, soy yo. Y usted es...
- Melissa Martin. Creo que no nos conocemos. Soy la directora del colegio.
- Oh, mucho gusto. Precisamente acabo de dejar a mi hija.
- Lo sé, la he visto. De ella quería hablar con usted.
- ¿A qué se debe? ¿Hay algún problema con Lian?
- El problema, señor Harper, mas que Lian es usted.
- Creo que no entiendo qué me quiere decir.
- Lian es una preciosidad, de veras, pero desde que ha entrado en nuestro centro que hemos notado que algo la preocupa.
- Sí, es cierto, de eso veníamos hablando hace un momento.
- ¿Sí? ¿Y qué le ha dicho ella?
- No ha querido responderme. Pero ya sabe, deben de ser cosas de niños.
- No reduzca así los problemas de un niño. A pesar de ser un recién llegada Lian le explicó a nuestro psicólogo sus problemas.
- ¿Psicólogo? No me ha contado nada de un psicólogo.
- Siendo franca, señor Harper, si estuviera en mi poder, esa niña estaría ahora mismo con otros padres.
- Oiga...
- No, oiga usted, ¿acaso no ve la responsabilidad que supone tener un hijo? ¿No se da cuenta de que tiene que velar por el futuro de esa niña? Y en lugar de eso, ¿qué hace? ¿Tirar flechas?
- Mire, no le consiento que me hable así...
- Consiéntame lo que quiera, pero le diré lo que pienso: esa niña está afectada por la muerte de esa mujer. Donna, creo que se llamaba. La veía como una madre y ya no está. ¿Sabe el dolor que está sintiendo por su pérdida? Diablos, la suya es una familia de locos. Su padre es un lanzaflechas, su madre una terrorista internacional...
- Yo... Hablé con ella sobre Donna, le expliqué lo que pasó. Esperaba que lo superaba.
- Es una niña de cuatro años, por amor de Dios, ¿cómo espera que supere algo así? Y peor aún: ve que usted puede morir también y que se quede sola. Bien, si ahora me disculpa debo ir a trabajar. Supongo que usted también debe de tener algún trabajo a parte de ir vestido de rojo y marrón, ¿no? Buenos días, señor Harper.

Las palabras de aquella mujer hirieron a Roy como si una espada le hubiese atravesado. ¿Puede que tuviese razón? ¿Era correcto criar a una niña en un ambiente así? Donna había muerto. Pero el próximo podía ser él. ¿Qué sería de Lian? Pero al mismo tiempo pensaba en su responsabilidad hacia la sociedad, en la posibilidad de hacer del mundo un lugar mejor. Ése había sido el motor de su vida durante años. ¿Pero realmente valía la pena luchar por personas como las de esa sociedad, la Hermandad del Hombre Libre, que luchaban por que no hubiese superhéroes? Si no querían que hubiese un Arsenal, ¿por qué él debía seguir adelante? Mientras se fue caminando hacia el apartamento de Rose Wilson, sus pensamientos siguieron enfrentándose.

- ¿Dónde dejo todo esto, Victor? –preguntó Jay Garrick, que había creado un vórtice con el que extrajo toneladas de metal que formaba parte del viejo cuartel general de los Titanes.
- ¿Ves aquella plataforma metálica? Pues allí. Es un pequeño invento mío. La plataforma se expande y toma la forma de una enorme caja para la basura. Luego se puede reducir su tamaño comprimiendo toda la basura.
- Otra solución –comenzó a decir Green Lantern- es que vaya al espacio y lo lance al sol.
- ¿Puedes hacer eso? –dijo Cyborg- Nos ahorrarías mucho trabajo.
- Claro. Con mi anillo de poder puedo hacer un gigantesco contenedor y tirarlo allí. ¡Mirad! –sin mayor problema, Green Lantern creó una gran mano de color verde que cogía los restos de la vieja Torre y que los depositaba en el contenedor (de color verde, claro)- ¡Ahora vuelvo!
- Estos Green Lantern no dejarán de sorprenderme... –comentó Jay.
- Y que lo digas.
- Bien, Victor, entonces ya hemos terminado.
- Así es. Donde estaba el viejo cuartel ahora hay... –Cyborg se quedó mirando a tierra- un enorme agujero.
- Desde luego. Parece que haya caído un meteorito –dijo de nuevo Jay-. Pero ahora ya está hecha la peor parte. ¿Y cómo piensas crear el nuevo cuartel? ¿Mantendrás la forma de “t”...?
- Por supuesto –Victor sonrió-. Fue el diseño de mi padre. Pero habrá que hacer algo para evitar los ataques de los supervillanos. Claro, para la Liga de la Justicia es muy fácil, se marcharon a la Luna, pero nosotros somos más accesibles...para bien y para mal. Tendremos que ser un poco imaginativos.
- ¿Qué tienes en mente?
- Oh, muchas cosas, pero sólo podré llevarlas a cabo si la Liga nos ayuda dándonos el material. Desgraciadamente no tenemos recursos para construir la nueva Torre.
- No creo que haya problema por parte de ellos. Estarán encantados de ayudar en todo lo que puedan, igual que la JSA.
- Eso espero. Aunque sé que Batman no me tiene gran aprecio por aquel incidente en la Luna... (7)
- No hagas caso de lo que él pueda pensar, Victor. Quién sabe cómo demonios funciona la cabeza de ese hombre.
- Pero no dejo de preguntarme si realmente sirvo para esto, Jay. Han sido tantas las cosas que me han pasado y tantas las personas que he perdido que...
- Escúchame. Te conozco, todos te conocemos. Y sabemos de qué eres capaz. Si alguien se merece toda la ayuda de la JLA o la JSA eres tú. Y los Titanes. Serás un buen líder. Por que... supongo que serás el líder... ¿no?
- Je, je –rió Victor-. Inicialmente sí. El liderazgo irá rotando entre Roy, Kory y yo.
- Y espero que pronto se os unan más personas. Sería raro que con tanto superhéroe en el mundo tuvieseis problemas para encontrar a gente.
- Supongo –dijo el titán.
- Sabes, algún día ni la JSA ni la JLA estará aquí. Y os tocará a vosotros sucedernos. Si algo he aprendido con los años es que tarde o temprano moriremos. Es triste, pero también inevitable. He perdido a tantas personas mientras yo seguía al pie del cañón que llegué a pensar que siempre estaría aquí, pero a pesar de todos estos poderes, Victor, no somos más que humanos. Y Dios quiera que al menos tengamos una muerte digna.
- Jay...
- ¿Si?
- Hemos trabajo mucho por hoy. Creo que nos merecemos un descanso. Mañana será otro día.


Kory se aposentó en lo alto de la Estatua de la Libertad. Recientemente, Liberty Island había sido el lugar de una de las batallas más feroces cuando todos los metahumanos fueron poseídos por un ser llamado Sombra. Sólo unos pocos miembros de la Liga de la Justicia pudieron hacerle frente y derrotarle. (8) Ahora, la calma había vuelvo a esta bella isla y a la faraónica figura en la que ella se encontraba. Pero en lugar de sentirse feliz por recuperar su trabajo como modelo o que los Titanes fuesen a volver a la acción, Kory estaba triste. Había muerto aquel chico, Maren-Ro. Había muerto en sus brazos, sintió como su corazón bombeaba por última vez, tuvo en sus manos su sangre...

La joven se preguntó cómo un mundo tan bello como la Tierra podía contener tanta maldad, por qué la gente podía ser tan buena y tan mala a la vez. Por que a pesar del color de su piel o la forma de sus manos y su rostro, Maren-Ro también era una persona. Una que tenía sentimientos como cualquier humano.

Kory había guardado su cuerpo inerte entre ropaje y telas. Su mundo de origen, Xudar, estaba muy lejos de aquí y era imposible devolverle a su familia, así que la titán cogió su pequeño cuerpo envuelto y tras salir volando lo dejó caer en el agua. Después, siguió llorando.


El día estaba acabando y los titanes se reunieron donde era habitual (9) a falta de que se construyera la nueva Torre.

Victor Stone, entusiasmado por la idea de que la Torre volviera a ser una realidad, fue el primero en llegar acompañado de Kyle Rayner, Green Lantern.

Poco después Kory entró y les saludó con aparente desánimo.

Un pensativo Roy Harper también apareció varios minutos después con Lian cogida de su mano.

- Ah, hola, Kyle –dijo Roy-. ¿No me digas que vas a unirte a los Titanes?
- Ja, ja, qué va, tío –rió Green Lantern. ¡Ya tengo bastante con aguantar a Batman como para verte a ti todos los días! Además, ya tuve bastante con estar una vez a tus órdenes, arquero. No sabes
- Muy simpático, chico. Lian, ¿qué quieres para beber?
- Nada, papá –contestó brevemente ella.
- Oh... de acuerdo –dijo Roy.
- Bueno, ¿y cómo os ha ido el día? –preguntó Victor- ¿Ya has hablado con los de la agencia, Kory?
- Si, si... todo solucionado –le respondió tajantemente.
- Bien, bien, me alegro –comentó Victor-. Pronto estará todo preparado, gente, y los Titanes estarán en marcha otra vez. Y gracias a Kyle y a Jay.
- Gracias, hombre –dijo Green Lantern.
- ¿No os alegráis? ¿No estáis contentos?

Pero las palabras de Victor Stone no sirvieron para alentar sus ánimos. Tras casi una hora de silencio interrumpido básicamente por el propio Victor y Kyle, todos se marcharon a sus respectivas casas.

Kory, que vivía temporalmente con Victor, le contó por el camino lo sucedido con Maren-Ro. Sorprendido por este hecho, él no pudo hacer más que intentar consolarla, algo que no evitó que Kory siguiera apenada.

Kyle Rayner se fue volando a su piso con su novia Jade. El plan de la Liga de la Justicia para recuperar a los Titanes iba sobre ruedas y probablemente mañana tendría la felicitación de alguno de sus compañeros. Tal vez no de Batman, pero sí de Superman o Wonder Woman. Incluso Kyle reconocía que esta ciudad necesitaba a los Titanes ahora más que nunca.

Roy y Lian llegaron al apartamento de Rose. Mientras se abría la puerta del ascensor, y tras varios minutos de molesto silencio, Roy le habló.

- Lian, creo que tenemos que hablar, cariño... Mira, sabes que a veces soy muy cabezón... que no veo las cosas como los demás. A veces creo que toda la gente puede comportarse como yo lo hago y que pueden superar lo que yo supero. Tal vez sea por que a mí me han pasado muchas cosas en la vida y he tenido que aprender a hacerlo. Mira, no quiero enrollarme... esta mañana estuve hablando con la directora de tu colegio, Melissa Martin...

Al decir esto, la niña pareció despertar, como si le inquietara saber por qué había hecho eso.

- Me ha dicho que hablaste con el sicólogo... ¿es cierto?
- Si... –dijo inocentemente ella.
- Es por Donna, ¿verdad? La echas de menos, ¿no?
- Si...
- Lian, todos la echamos de menos. Ella era muy importante para nosotros. Para tu tío Victor, para Kory... Incluso para ese chico, Kyle. Era nuestra amiga y la queríamos.
- Pedo yo no quedía que se fueda...
- Nadie lo quería. Pero como te he dicho, a veces pasan cosas en la vida, cosas que tú no quieres, y tienes que superarlas. Tienes que ser fuerte, muy fuerte.
- Ella... ¿no va a volver?
- En este mundo uno nunca sabe qué puede ocurrir, tesoro, pero...

Los ojos de Lian fueron mojándose poco a poco por sus lágrimas.

- La vamos a echar de menos, Lian, pero ella siempre va a estar con nosotros. En nuestra cabeza podremos escuchar su voz, sus caricias, su risa... Todos los momentos que vivimos junto a ella siempre van a estar ahí. Y eso nadie te lo va a quitar. Sé que todos estos días estabas rara... No pensé que pudiese ser por esto. Y no quiero sentirme mal por ti. Sé que te será difícil de superar... que tú la querías mucho... Pero si quieres lo podemos hacer juntos. Coge esto... –Roy se despasó el reloj que le había regalado Donna y se lo dio a Lian.
- Es el reloj que te dio ella...
- Así es. Un regalo suyo que yo te doy a ti ahora. ¿Qué me dices, nos ayudamos a superarlo? ¿Qué te parece?
- Vale...
- Venga, dímelo con más fuerza, que tú sabes.
- ¡Vale!
- Ja, ja, ¡así me gusta!

Roy abrazó con todas sus fuerzas a Lian y le prometió que todo pasaría, que él nunca la dejaría y estaría siempre a su lado. Minutos después, la arropó en la cama y la niña se durmió profundamente. Su padre la miró con una gran sonrisa y se marchó a dormir. Había acabado un día, pero muy pronto comenzaría otro.


EPÍLOGO

A pesar de que la puerta de su habitación estaba cerrada, Rose Wilson no estaba en casa. En un parque cercano, sentada en un banco, esperaba tranquilamente a alguien.

- Has venido –dijo una voz que Rose no supo de donde venía.
- Por supuesto. Y a pesar de que la idea de volver a verte no me atraía especialmente.
- Me alegro. Tenemos mucho de qué hablar.
- ¿Hablar? –preguntó ella- ¿De qué tengo que hablar con...?
- ¿...con tu padre? –Slade Wilson, Deahtstroke, salió de entre las sombras.
- ¿Qué quieres?
- Ah, capto tanta frialdad cuando me hablas...
- Je, ¿qué esperabas, que me lanzara a abrazarte y a decirte cuanto te quiero?
- Podrás negarlo, Rose, pero veo en tus ojos el fuego y el carácter que una vez vio hace mucho una mujer en mí. Esa mirada de tigre... un tigre herido, pero deseoso de lanzarse a su enemigo...
- ¿Y quién crees que es el enemigo?
- Yo, por supuesto. Sé el rencor que me guardas, pero no olvido a mis hijos. No lo hice con Grant. Ni con Joe. Ni tampoco contigo. Pero eso he intentado ayudarte todo este tiempo...
- Mira, agradezco lo del dinero y todo eso... Me ha venido muy bien... Pero no esperes que por ella vaya a sentir algo distinto por ti.
- Hija mía, no quiero tu amor, que sé que no me lo darías. Sólo quiero tu ayuda.
- ¿Mi ayuda? No te entiendo...
- Es complicado de explicar, pero está relacionado con los Titanes... Y puesto que sé que estás con ellos, tú podrás ayudarme.
- No voy a traicionarles, si es lo que me estás pidiendo.
- Harás lo que tú creas mejor. Y cuando sepas el porqué de todo esto, sé cuál será tu decisión...

FIN DEL EPÍLOGO

Continuará...


REFERENCIAS

(1) Para comprender mejor qué ha sucedido tendréis que leer los tres primeros números de Outsiders. De todas formas, no es necesario para la lectura de esta historia.
(2) Wally es, como os imaginaréis, Flash.
(3) En la serie The Titans apareció por primera vez Chanda, la cuidadora de Lian. Ella era en realidad un agente infiltrado que buscaba información sobre la madre de Lian, la terrorista internacional Cheshire. Cuando Arsenal se enteró de esto buscó a otra persona para que se encargara de su hija y contrató a Rose.
(4) El Interlac es la lengua común de todo el universo. En los cómics de la Legion de Superhéroes (que transcurren en el siglo XXX) se habla el Interlac. En nuestro presente, aunque no tan generalizado, se sabe que ya existe como se pudo ver en la serie L.E.G.I.O.N. Es de suponer que en el planeta Tamaran conocerían este idioma y que Kory sabría hablarlo. Por otra parte, el planeta Xudar es conocido por Tomar-Re, el Green Lantern del sector 2813.
(5) La guerra contra Imperiex se ha publicado en España en los cuatro volúmenes Superman: Mundos en guerra. Tras este conflicto muchos extraterrestres quedaron en la Tierra como se pudo ver en Wonder Woman: La bruja y la hechicera.
(6) Obviamente, Oliver es el arquero Green Arrow. Las aventuras de este héroe podéis seguirlas en su serie regular de Action Tales.
(7) Como ya se dijo en las Referencias del episodio anterior, este incidente tuvo lugar en la serie limitada JLA-The Titans: The Technis Imperative.
(8) Ver JLA # 1 al 4 de Action Tales.
(9) El bar donde estuvieron en el episodio anterior.


Nota del autor: Pues nada, segundo episodio de los Titanes que espero que os haya gustado. Como habréis visto, toda la historia de Nightwing y cuanto le sucede está relacionado con la serie de los Outsiders, que escribo yo mismo, así que bien fácil es relacionar ambos títulos y dar la sensación de universo compartido. Lo de que Roy viva con Rose y Kory con Victor es para intentar dar un poco de realismo a la situación, pues antes ellos vivían en la Torre, que ahora mismo está destruida. En la serie The Titans no recuerdo que se mencionase nunca que ellos vivieran en sus propias casas (y si estoy equivocado, mil disculpas), así que lo lógico es que se hayan tenido que buscar la vida. Changeling y Flamebird siguen en Los Angeles, tal y como se fue viendo en la mencionada The Titans y en próximas entregas de esta serie cobrarán en importancia.

Raúl Peribáñez
Septiembre / Octubre de 2005

2 comentarios :

  1. Reseña del 10 de Octubre de 2005:
    Su punto fuerte, como ya ocurría en el episodio anterior, es la caracterización de los personajes y la construcción de los diálogos. Todos hablan y se comportan tal y como deben hacerlo; de hecho, Raúl consigue que uno piense que la serie es la continuación "oficial" de los acontecimientos presentados en Graduation Day.
    Sin embargo, creo que la historia se resiente por la falta de un "hilo conductor". No es sólo una cuestión de que no haya acción o combates, y yo al menos echo en falta algún misterio o situación que cree expectativas y curiosidad de cara a los números siguientes. Es cierto que se apuntan algunos detalles de cara a una trama futura, como la aparición del Epílogo, pero me parece insuficiente para mantener la tensión de un número tan volcado en el diálogo y la descripción de las vidas de los diferentes miembros de Los Titanes.
    Pero en fin, en cualquier caso creo que ésta es una serie muy interesante, que promete mucho de cara al futuro.

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  2. Un buen inicio para la serie, una vez leídos los primeros dos números estoy encantado, si bien estoy de acuerdo en que se echa en falta una trama general, y es que aquí lo único que se plantea es el como han afectado los acontecimientos a los Titanes. Si bien supongo que la aparición de Deathstroke ya nos señala que en breve empezará "lo bueno".
    Pero sin duda mi opinión general es muy buena, muy bien llevados los personajes ^^

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